La educación es una tarea ardúa y complicada y muchas veces asaltan dudas acerca de cómo hacerlo correctamente. En ocasiones se presta demasiada atención a un sector determinado de la educación por ejemplo a la hora de estar en público, de relacionarse con semejantes etc. Dejando más descuidado otras áreas de la educación. Es común que aparezcan dudas sobre el tipo de educación que le estamos dando a nuestros hijos, sobre si el enfoque es el adecuado o más efectivo, sobre si prestamos mucha o demasiada atención a determinados aspectos dejando más de lado otros.
En los últimos años se ha demostrado como la educación emocional es fundamental en el desarrollo del niño y del adulto y como ello afecta a la manera de relacionarse tanto consigo mismo como con las personas que le rodean.
Pero ¿Cómo podemos proporcionar una educación emocional a nuestros hijos?
Veamos a continuación algunas claves que nos pueden servir de ayuda:
Dejar que el niño pueda expresar sus emociones libremente estando en casa, ya que al hacerlo el niño va cogiendo confianza y teniendo más contacto con la expresión de sus propias emociones, facilitando de esta manera su mayor conocimiento y comprensión, al ponerlas de manifiesto en el hogar en un entorno seguro, va cogiendo más confianza y habilidad con ellas.
Fomentar el dialogo con los niños en casa, desde edades tempranas. Esto es importante puesto que de esta manera el niño puede ir desarrollando desde la más temprana edad habilidades de diálogo que son necesarias para que el día de mañana pueda llegar a acuerdos y negociar con otras personas y de esta manera tener más competencias en las relaciones interpersonales, las cuales se han demostrado de gran relevancia para el bienestar mental y emocional.
Uno de los grandes conflictos con los que nos encontramos las personas en nuestro día a día es aprender a gestionar nuestros impulsos. La inteligencia emocional es una pieza clave para aprender a dominarlos, el paso previo para ello es aprender a identificarlos. Por ello es importante que desde pequeño el niño aprenda que no siempre puede obtener lo que desea, explicándoles siempre que sea posible las consecuencias de sus conductas, para así con este tipo de acciones ir fomentando su autocontrol.
Uno de los componentes más importantes de la inteligencia emocional es la empatía, es decir, saber ponerse en el lugar del otro. Además, el desarrollo de la empatía es clave para que el niño vaya dejando de lado su posición egocentrista a la hora de relacionarse con las personas que le rodean, por ello es importante favorecer el diálogo y hacerle consciente del resultado que pueden tener sus acciones sobre las personas que le rodean.
Fracasar ante determinados proyectos y objetivos es algo común y una situación a la que se enfrentará una persona en numerosas situaciones, en estos momentos hay personas que responden con optimismo y logran sobreponerse a esta situación y otras personas en cambio se desmotivan y terminar por abandonar la labor en la cual estaban inmersos. Por ello es importante fomentar la automotivación desde pequeños. Favoreciendo la reflexión sobre lo que ha sucedido y haciéndole ver qué aprendizaje pueden sacar para posteriormente encaminarse con mayores posibilidades de éxito y haciéndoles entender que los fracasos, más que una señal de que deben abandonar, son realmente una gran oportunidad para crecer. Orientar de esta manera al niño es fundamental para que se convierta en una persona optimista.
Tener una buena capacidad de resolución de problemas es fundamental para desarrollarse de manera adaptiva y exitosa en cualquier entorno social y ante las numerosas dificultades y contratiempos que se presentan en el día a día. Por ello para favorecer las habilidades de resolución de problemas de los más pequeños es una buena opción proporcionarles ejemplos de cómo resolver una situación, como actuar, que podrían haber dicho, etc. de esta manera es más fácil que aprendan a gestionar sus emociones y los conflictos que le rodean.
Favorecer el conocimiento de las propias emociones es una cuestión clave para poder desarrollar la inferencia emocional. Es común que a edades tempranas cueste sobremanera no ya gestionar las emociones, sino identificarlas correctamente (paso previo indispensable). Es bastante común que los más pequeños reaccionen con rabietas, violencia o de manera no ajustada a la situación en numerosas ocasiones, esto suele ser señal de un pobre desarrollo de su capacidad para identificar sus emociones y por tanto ello impide que vayan desarrollando la habilidad de gestionarlas. Hablar con los niños sobre cómo se han sentido a lo largo del día, ayudarles a identificar y poner nombre a algunos de los sentimientos que experimentan es una sencilla y eficaz manera de conseguir este objetivo.
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