¿Cómo saber si padeces estrés?
Para saber si padeces estrés, primero debes conocerlo. Suele concebirse como una especie de estado ansioso, que debe drenarse y luego eludirse. Es, sin embargo, una reacción natural del organismo, buscando soluciones a la sobrecarga de tensiones físicas. Busca que nos adaptemos a las variaciones y exigencias de el ambiente en el que nos desenvolvemos.
Es una reacción espontánea ante situaciones que representen una amenaza o desafío. Genera cambios físicos, mentales y conductuales, en el momento en que se está frente a estos estímulos.
En pequeños episodios, el estrés puede ser positivo, como cuando ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha límite; pero cuando nos sometemos continuamente a estas situaciones desafiantes, puede dañar nuestra salud física y mental.
¿Cómo saber si padeces estrés?
Antes de eso, es importante señalar que existen dos niveles de estrés: El agudo, que se produce al momento de enfrentar situaciones amenazantes que evoquen una respuesta; es estimulante y excitante, pero muy agotador y además es de corta duración. Y el crónico, que se produce cuando la respuesta a estas circunstancias de tensión se repite con frecuencia, de forma prolongada e intensa y debido a esto el cuerpo no logra recuperar el control.
Así pues, aquí te dejamos varios signos que pueden orientarte para saber si padeces estrés.
- Inestabilidad de pensamientos. Se presentan inconvenientes para tomar decisiones, dificultad para concentrarse, olvidos constantes, preocupación desmesurada por el futuro, pensamientos repetitivos, autocrítica y sensaciones de agotamiento y cansancio general.
- Alteraciones en las relaciones interpersonales. El rendimiento en el trabajo y/o escuela cambia, surgen problemas con la pareja, familiares o amigos, dificultad para desenvolverse adecuadamente en el área social, entre otros.
- Cambios emocionales. El estado de ánimo varía, se genera mal humor, irritabilidad, miedo, nerviosismo, ansiedad, y se dificulta sentir placer por realizar actividades que solían agradarnos.
- Variaciones en el modo de actuar. Aumenta o disminuye del apetito; se inicia o incrementa el consumo de tabaco, alcohol, calmantes, y otras drogas; dificultad para expresarse; apretar los dientes; problemas en el plano sexual; y estado constante de alerta.
- Problemas de salud. Aumento de la tensión arterial, enfermedades cardiacas, ansiedad, obesidad, gastritis, colon irritable, diabetes, afecciones en la piel, enfermedades autoinmunes, entre otros.
- Cambios físicos. Se experimentan constantemente contracciones musculares, manos sudorosas, dolores de cabeza, problemas digestivos, alteraciones del sueño, taquicardia, temblores, fatiga, dolores en espalda y/o cuello, aumento o disminución de la frecuencia respiratoria, opresión en el pecho, sudor en las palmas de las manos, dificultad para tragar, manos y pies fríos, falta o aumento de apetito, diarrea o estreñimiento, entre otros.
Un estado ansioso como el estrés, al que no se le busca solución, puede provocar inestabilidad mental; esto en corto plazo afecta las relaciones familiares y el entorno general del individuo.
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